Elena y sus amigas sabían que no sería fácil. Elena y Alicia son cholitas: mujeres indígenas bolivianas que hablan aymara o quechua como primera lengua y visten ropas ‘tradicionales’ típicas de los indígenas bolivianos, como polleras amplias y vaporosas, sombreros tipo bombín y trenzas largas (entrecomillo la palabra ‘tradicionales’ porque gran parte de este atuendo es producto de la colonización española).
La palabra cholita deriva de cholo, un término que se ha utilizado para describir a los indígenas bolivianos de forma despectiva; hasta hace poco, a las cholitas se las discriminaba de ciertos espacios públicos, incluidos muchos restaurantes, plazas y autobuses. Aunque, desde principios de la década del 2000, los indígenas bolivianos han liderado un movimiento masivo de reivindicación de su indigenismo, aún queda mucho camino por recorrer. El sexismo transversal también sigue vigente, especialmente para las cholitas.
Elena, Alicia y sus amigas y familiares tenían razón: no iba a ser fácil. Cuando empezaron a planear escalar el Huayna Potosí, de 6.088 m, muchos alpinistas varones se resistieron. Amparándose en su temor a que las Cholitas Escaladoras pusieran en peligro su trabajo, los escaladores varones inventaron una infinidad de reclamos para detenerlas. Sugirieron que escalar como mujeres de pollera sería peligroso. Incluso afirmaban que la presencia de una mujer a tanta altura en una montaña derretiría espontáneamente los glaciares o desencadenaría avalanchas, poniendo en peligro a los demás en la montaña.
Sus protestas fueron recibidas con oídos sordos: Elena y Alicia siguieron trabajando para conseguir su objetivo. Tras meses de planificación, entrenamiento y tocar puertas para conseguir apoyos, habían logrado recaudar suficiente dinero para alquilar equipos. Pero se enfrentaron a un último contratiempo: las botas de escalada que encontraron eran demasiado grandes, pues estaban todas hechas para pies de hombre.
Sin embargo, tras meses de persistencia, Elena y su equipo de familiares y amigas de la infancia – todas cholitas – estaban finalmente listas para emprender su camino hacia la cumbre del Huayna Potosí a finales del 2015. Además de ropa de trekking de alta tecnología para abrigarse, las cholitas llevaban sus resplandecientes polleras.